En 1920, la ropa comenzaba a ser mucho más práctica. Nuevamente vuelve a cambiar la silueta, descendiendo la cintura a su posición anatómica, marcando el talle y ensanchando los hombros. Se popularizaba el traje de chaqueta para calle y para las fiestas se elegían los vestidos con grandes escotes en la espalda así como abrigos largos con pieles. En esta década se destacan las faldas cortas. Desaparecen los sombreros y se vuelven a dejar crecer el pelo.
Las mujeres cambiaron su aspecto blanco por la apariencia natural del polvo facial rosado, creado por la cosmetóloga polaca Helena Rubinstein. Los años 20 fue una de las más revolucionarias del siglo xx. Las mujeres se destaparon y comenzaron a beber y a fumar en público como una provocación al rígido estatus que reinaba a principios del siglo.
Las mujeres lucían fatales de boca roja, cabello corto y ojos pintados con sombras oscuras, y bailando jazz hasta el amanecer. Esta fue, probablemente, la década más atrevida y transgresora. Fue una época de cambio radical que afectó todos los aspectos culturales y que repercutió con fuerza en la moda.
Por primer vez en la historia de la moda los vestidos de día eran tan cortos como los de noche, ¿y qué se llevaba debajo? La prenda más usada era una combinación de algodón color crema compuesta por un corsé y un sujetador para disimular los pechos, con tirantes ajustables, parte delantera bordada, partes laterales y traseras elásticas, cierre lateral con corchetes y cuatro porta ligas ajustables. Todo ésto estaba confeccionado con un nuevo material: el rayón, ligero, barato, y fácil de lavar.
La contribución a la emancipación de la mujer que supuso librarse de indumentarias de varios siglos de peso es enorme.


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